MUDANZA EN LA ESCUELA.
Cambiar las formas de organización y gestión escolar no es un simple capricho ni un asunto de apariencias formales. Es, más bien, ir al fondo del ejercicio de la profesión de los maestros. A ellos y ellas corresponde la responsabilidad de garantizar un derecho fundamental que más allá de aprender a leer y escribir, permite pertenecer a la comunidad humana, sentirse parte de una sociedad, tener la oportunidad de contar con el apoyo de otros seres humanos solidarios, aprender a vivir en paz y poder participar activamente en las decisiones que afectan su propia vida. Asegurar este derecho fundamental implica cambios profundos en la forma de organizar y dirigir la escuela, en el modo de aproximarse al conocimiento, en los métodos pedagógicos.
Pero, sobre todo, exige una particular atención a las condiciones individuales de los estudiantes, teniendo en cuenta sus necesidades específicas y sus características personales. En este camino cuentan mas las personas que las normas, muchos niños y niñas requieren cuidados especiales, porque tienen que ser “curados” de heridas muy profundas que les impiden aprender, que les dificultan las relaciones con otros, que los hacen violentos o desconfiados. Por eso, los maestros y las maestras tienen que tener herramientas pedagógicas que les permitan realizar su misión de forma satisfactoria para ellos y para ellas y eficaz para sus estudiantes. Como lo dice Freire La escuela es el lugar para el dialogo, para una comunicación de ida y vuelta, donde la palabra verdadera surja: donde La praxis “practica-actividades”, sea entendida como acción- reflexión y no como mero trabajo, pues en casi todos los aspectos escolares se presenta la insolidaridad, la competitividad, el individualismo
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